viernes, 15 de agosto de 2014

Stoun.

Una serie de hechos ocurridos en la última semana me hicieron llegar a la siguiente conclusión: estoy cada vez más cerca de llegar a ser una piedra sin sentimientos.

Cada vez me cuesta más definir las cosas, saber qué quiero y qué no, buscar lo que realmente me hace bien.
He notado que a medida que pasa el tiempo, más insegura me siento con respecto a casi todo lo que pienso y me rodea. Salvo mi constante, el edge, el resto es una X difícil de despejar, o con miles de soluciones, si eso es posible.
Es como si estuviera parada en una parte del camino que tiene 35 rutas para elegir. Y estoy así, no decidiendo nada, mirando a un lado, al otro, tapándome los ojos, destapándolos, abriéndolos más grandes, despabilándome, estirando los brazos, sentándome, bostezando, pero no haciendo absolutamente nada que me lleve a elegir un camino determinado.
A veces, muy contadas veces, doy un paso adelante y me inclino por uno, pero pienso en los 34 caminos restantes y me vuelvo al mismo punto. Y sigo sin decidirme.
Mi carrera, mi trabajo, mis relaciones con otras personas, son todas una carga pesada que llevan encima un vacío que pesa miles de kilos.

Me di cuenta que a veces no es que no sepa expresarme, es que realmente no tengo nada para decir. No hay nadie que me guste realmente, que me mueva el piso, que me haga sentir cosas. Y eso me aburre mucho. Y me hace sentir mal que las "relaciones" que tengo sean cosas completamente carentes de sentido. O bueno, no "completamente", pero no lo suficiente como para que yo quiera hacer algo.

El estado "tranqui" de unos meses atrás se inclinó para el lado de "la nada misma". Lo peor es que lo que inclina la balanza es eso, la nada misma, la nada. Esa total ausencia de ser, que llena todo, que lo hace tan oscuro, tan pesado, tan difícil de llevar.


Pero miro alrededor también las relaciones que me rodean y me hacen querer meterme en un pozo y no querer salir nunca más de ahí.
Veo a todos tan egoístas, tan faltos de amor, tan inseguros, con tanta desconfianza.
Y ¡oh! He ahí mi reflejo. Egoísta, falta de amor, insegura, desconfiada.


No soy optimista ni pesimista, no veo un futuro feo para mi, pero tampoco veo una luz que ilumine todo al final de túnel. Veo eso, los grises, la mitad, que no me sirve, que es nada.


¿Qué hago con la nada?